abril 21, 2010

El curanderismo: entre lo real y el engaño


San Antonio está envuelto en plástico. A su izquierda, un ángel subyuga con su pierna derecha a un demonio mientras apunta con su espada a su cabeza. A la diestra, la imagen de una mujer con vestimenta indígena lleva en su cabeza un canasto. La tenue luz de las velas da un reflejo de que los cuadros tienen mucho tiempo de estar en la misma posición. El polvo ha cubierto por completo el forro negro que envuelve la mesa de metal que sostiene el altar.
-          Ánima sola…ánima sola…ánima sola…ánima del purgatorio…ven a nosotros.
Un silencio misterioso se desliza por las cuatro paredes de las que cuelgan pequeñas botellas con líquidos amarillos, naranjas, verdes y rosas. La piel de la culebra disecada parece moverse por una leve brisa que envuelve el lugar. “Mejor no sigo haciendo la oración. Estas cosas no se deben decir así nomás porque no sabés qué estás invocando”, susurra Rosalío Ama, bisnieto de aquel histórico indígena de 1932.
Ama conoce de esta “ciencia oculta” porque fue heredada de su padre. “No es que yo haga estas cosas o que las practique. Las sé porque mi papá me enseñó y bueno, las sé nada más”, cuenta. Pero su herencia tiene más historia que El Salvador mismo. Para la curandería y la hechicería no existe una fecha exacta en la que se pueda determinar su inicio. El tráfico con esclavos africanos trajo consigo algunos elementos de estas creencias, otros esperaban ya en estas tierras antes de la llegada de Colón.
La asombrosa cura de lo paranormal
Pero los espíritus son traviesos y no se quedan en un solo lugar. Viajaron con sus brujos a San Salvador y ayudaron a palpitar el corazón de la capital. A primera vista la champa parece una venta de hierbas. Bolsas de incienso, albahaca, linaza y cola de caballo cuelgan en las láminas. “Yo domino a mi hombre”, “saca lo malo”, “contra el mal de ojo”, “limpia colon”; son algunos de las “marcas” que se leen en los frascos que rodean el trono: un asiento de carro forrado con una desgastada bolsa de dormir de campaña, salida de alguna de las tantas ventas de pertrechos de guerra usados. El médico brujo, Virgilio Sánchez: un ser pantagruélico salido de algún cuento de Howard Phillips Lovecraft, espera, entrecruzando sus piernas dejando ver sus astronáuticos zapatos nike blancos de suela roja y negra, a algún cliente que requiera de su auxilio.
 - “¿A qué has venido ahora? – Interroga Sánchez – “Hablá sin miedo y con confianza”.
- “Ahorita vengo a ver si me hace una consulta…” – contesta Leonidas Chacón, un hombre que aparenta tener los sesenta años – “…estoy fregado de la parte y quisiera saber quién me tiene así”.
- “Una mujer” – responde inmediatamente Sánchez – “Una mujer y es más vieja que vos. Hace como cuatro o cinco meses te separaste de ella”, sentencia.
Sánchez es un médico brujo desde su infancia. Según él, desde que nació trae el don de conocer y curar. Pero no es casualidad ni ningún regalo divino. “El papá de mi mamá es pactado con el diablo. En la familia por parte de mi mamá la mayoría son pactados, no tienen un dineral sino que son pactos sólo para tener el conocimiento tanto para hacer el mal como para hacer el bien”, cuenta Sánchez. Para muchos psicólogos éstas personas tienen una destreza para poder manejar a la gente de tal manera que logran hacer que les crean y sientan lo que ellos dicen.
 “Uno se da cuenta de lo que la gente tiene porque hay veces que se da por los sentidos y otras por una visión. Pero dios habla por medio de vos y por sueños. Hay ciertas cosas que te lo hacen por amor”, narra Carolina Flores, quien tiene un consultorio esotérico en el centro de San Salvador.
Lo natural cura mejor
Las curas de amor tienen una forma de solventarse, con regularidad sólo hay que pasarse hierbas o invocar a algún santo para atraer a ese ser deseado. Pero los males físicos son tratados de diferente manera. Los curanderos cuando algún paciente requiere de tratamiento por problemas físicos  recomiendan medicinas naturales: hojas, hierbas secas, semillas. Pues según ellos la medicina natural genera un mejor proceso en el sistema de la persona y no daña otras partes del cuerpo como lo hace la medicina química.
Carlos Bolaños Martínez, encargado de una clínica naturista, comenta: “No hay químicos que no irriten el estómago. La gente prefiere la medicina natural porque no arruina el cuerpo, el precio es mucho más cómodo y porque a veces tienen miedo de que al ir al médico le diagnostiquen algún tratamiento quirúrgico”. Un estudio publicado por antropólogos de  la Universidad Autónoma de México sostiene que la gente busca en estas personas beneficios que no pueden obtener con la medicina tradicional, el buscar a un hechicero, un curandero o un chamán significa un acto de fe de la otra persona. “La gente se cura porque uno dice la palabra segura que es tener fe. Si hay fe, hay bastantes cosas”, comenta Sánchez.
Sin embargo, la fe que pregona Sánchez puede tener de trasfondo engaño y charlatanería. Jaime Domínguez, egresado en química de la Universidad de El Salvador, comenta: “El caso de los jabones que ofrecen para atraer al sexo opuesto no son más que jabones comunes y corrientes. Las grasas y aceites utilizados son compuestos de glicerina y un ácido graso, lo único que ellos le agregan son sustancias aromáticas, éstas son las que supuestamente hacen atraer al otro sexo, igual que los perfumes”.
Al contrario de Sánchez, que se jacta de haber nacido con el don de la curación, Bolaños acepta haber estudiado y leído lo suficiente para poder saber qué medicamento recetar para las diferentes enfermedades. “Hay libros que hablan de plantas naturales, los estudiamos, pues allí nos explica que tipo de planta existe para cada problema”, comenta Bolaños.
De la intriga al acecho
Sánchez atiende a su cliente y Flores esperan por algún confundido y escurridizo enfermo emocional. Murmullo de personas se escuchan a diestra y siniestra. El costado izquierdo de la Iglesia El Calvario se convierte justamente en eso, un calvario. La tarde calorosa es aún pero cuando se camina entre tanta gente. Se tiene que caminar hombro a hombro con los demás. No hay sol. El cielo esta nublado y es por eso que el calor es sofocante. 
Los transeúntes observan con curiosidad el pequeño alta por el que Buda ha escalado parte de un volcán que ha erupcionado moléculas de imán. Personas que preguntan por diferentes hierbas son asechadas por vendedores de todo tipo. “¿Qué va a querer papito? Mire, acá le tengo un perfume que va a hacer que le hagan caso las bichas, rapidito le van a llegar”, le gritan a un joven que, absorto, rehúye a la lluvia de mano que le halan de un lado a otro. Por su apariencia, el asechado no sobrepasa los 15 años.
La pasarela por la que desfilan infinidad de transeúntes es rodeada por una veintena de champas que se perfuman con olores a hierbas. En el puesto 13, Chacón y Sánchez concluyen su consulta.
El escepticismo del cliente se torna poco a poco en miedo. Surgen las dudas. Las preguntas. –“Tu mujer desde siempre te ha engañado”- las palabras caen como una sentencia del cielo. El sencillo hombre deja de mirar con esperanza y su mirada se vuelve lejana, ausente.
-“A tu mujer le da asco tener una relación contigo”, sentencia Sánchez – “un hombre los quería separar desde antes. Un hombre más viejo que tú”, abofetea con sus palabras.
- “Cuánto va a valer la consulta”, pregunta a secas Chacón, queriendo acabar con la catástrofe emocional que ya miraba venir.
Otro doctor interrumpe la escena. Él no es brujo. Cura celulares. El Iphone de Sánchez no funcionaba muy bien. Mientras esto sucedía, Chacón observaba con miedo a su alrededor.
-“Cuando te querrás curar sólo avisame. 35 dólares vale la consulta”, finaliza seriamente Sánchez.
El hombre de tez morena, rostro demacrado, ojos tristes,  cabellera emblanquecida por la edad y baja estatura; se levanta del pedestal en el que había permanecido acurrucado por más de 10 minutos y se retira de la vista de su curador. Probablemente regrese la próxima semana para poder curar su mal. Sánchez regresa a su actividad. La vida continua como si nada hubiera pasado en El Calvario.

Por Demiurgo-Saratustra

1 comentario:

David Astronauta dijo...

Brujas, magos, curanderos... hierbas, aromas, sustancias psicoactivas...
Y estan las generaciones de escépticos y de ateos que se mezclan entre quienes se obligan a creer en todo.

...

... Y ante los padecimientos físicos, me encomiendo a mis defensas...
Y que decir de la Fe. Es complicado, pero es parte de mi vida, soy culpable... pero es ,natural y afortunadamente, inevitable.