marzo 22, 2011

Compañero perenne

Hoy somos menos para edificar sonrisas.
Menos para rodear la altura de las noches
con palabras alegres;
menos para ejercer esfuerzos
para ser más totales.
Hoy somos menos para soportar lo amargo
de los días indóciles,
menos para romper los muros asfixiantes
y soltar a los pasajeros;
hoy somos menos ante la miseria,
hoy somos menos para asesinar el hambre.

Compañero perenne:
que no decaiga tu corola limpia
porque somos menos,
es el gran sin embargo
de la visión futura,
porque
si somos menos,
tu aliento proyectado
nos va a construir más grandes.
Te has ido con tu rosa y con tu frente intactas,
con tu visible anatomía rota
con nuestro compromiso en gestación esperanzado.

Siempre estuvimos juntos:
registrando con piedras los vientres de los árboles,
soñando en las esquinas con futuros más francos,
coleccionando novias incompletas
y mujeres sin sueños
de sexos prolongados hasta el alma,
mintiendo en los hogares los domingos
acerca de la misa no escuchada,
bebiendo la alegría de las camisas nuevas
estableciendo la palabra joven
en cien bares inhóspitos,
estructurando hermanos cada día
y sobre todo
manteniendo la llama
del amor a la vida.
(Y es que amar la vida
es odiar la miseria,
asesinar al hambre
y liberar a los pájaros;
es soportar con esperanza la amargura
y mientras tanto
dinamitar los muros asfixiantes;
es amar al amor universal
y caminar alegres
con los ojos abiertos.)

Compañero perenne:
aquí estamos juntos los que te hemos querido.
Aquí estamos de pie.

Roque Dalton

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