septiembre 20, 2010

Almuerzos

En el restaurante de los cronopios pasan estas cosas, a saber que un fama pide con gran concentración un bife con papas fritas, y se queda deunapieza cuando el cronopio camarero le pregunta cuántas papas fritas quiere.
           - ¿Cómo cuántas? - vocifera el fama - ¡Usted me trae papas fritas y se acabó, qué joder!
           - Es que aquí las servimos de a siete, treinta y dos, o noventa y ocho - explica el cronopio.
El fama medita un momento, y el resultado de su meditación consiste en decirle al cronopio:
           - Vea, mi amigo, váyase al carajo.
Para inmensa sorpresa del fama, el cronopio obedece instantáneamente, es decir que desaparece como si se lo hubiera bebido el viento. Por supuesto el fama no llegará a saber jamás dónde queda el tal carajo, y el cronopio probablemente tampoco, pero en todo caso el almuerzo dista de ser un éxito.

Julio Cortázar

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