Sobre la humedad de tu voz, sobre tal rocío de humo suave,
no encuentro aún-frío de mí- mi nombre consumiéndome.
Y yo no puedo decir otra palabra que tu nombre,
otra sílaba qeu no sea para pronuciarte.
Ah, silencio de ti,
mudez de ti en el día que me pesa
y cuya última puerta podría cerrar a pesar de todo
si obedeciera las señales de mi fiel cobardía.
Roque Dalton
No hay comentarios:
Publicar un comentario